lunes, 3 de enero de 2011

Sola

Ayer en la tarde me senté a tomar café con una vieja amiga, hacía mucho que no la escuchaba, tenía tanto que decirme...

Empezó con una risa nerviosa y luego rompió a llorar, me decía que para qué hacía todo lo que hasta ahora había hecho, que para qué estaba aquí. Qué tenía ganas de desaparecer para siempre, no saber nada más de nadie, no tener preocupaciones, no sufrir más.

Yo la intente parar de tanto pensamiento negativo, la hablé de las cosas buenas, de las risas, de las alegrías, etc. Pero su contestación fue cortante ¿y para qué? ¿De que me sirven dos horas de alegrías si luego siempre llega algo, ocurre algo que se olvida esa alegría y comienza el sufrimiento, la tristeza y todo lo malo con lo que no quiero convivir? Estoy cansada...
No sabía que contestar, todas sus palabras las veía lógicas, y lo peor de todo estaba empezando a pensar igual.


Nada merece la pena, lo vivido hasta ahora no ha merecido la pena...
Nos miramos, afirme ligeramente con la cabeza, nos pusimos la coraza, pagamos el café y nos fuimos.

No sé si nos volveremos a ver, no sé si continuaremos pensando así, no sé cómo se darán las cosas para sobrevivir.







1 comentario:

NoeHG dijo...

LA vida es caprichosa y la gusta jugar con nosotros... nunca olvidemos que sin las cosas malas no valoraríamos tanto las buenas. Sobrevivir...buena manera de llamarlo. Si no andamos no podremos ver la luz. ¡Ánimo!